El libro que el lector tiene en sus manos compila algunos artículos que durante los últimos años el autor de estas líneas ha venido publicando en diversas revistas especializadas. En general, se trata de textos que intentan contribuir a la tarea de historizar las ideas producidas en nuestra América. Tal cosa bajo el supuesto de que existe una tradición reflexiva en nuestros países, que es valiosa, cuya historia, por tanto, debemos escribir, tradición a la que, de otra parte, por razones a diversas, no se le ha querido reconocer su importancia.
Bajo tales supuestos –y manteniéndonos siempre dentro del terreno historiográfico–, los textos que componen este libro evidencian un particular énfasis. A saber, aquel centrado en la dialéctica que se configurara en Nuestra América entre el pensamiento mimético y el pensamiento autónomo. Por cierto, sin que este último sea entendido a la manera talibanesca, sino al modo de Martí, cuando señalara: “injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”.
Reflexionar sobre esa dialéctica cobra, a nuestro juicio, importancia cuando el pensamiento único se apodera del planeta, al tiempo que, como contrapartida, las corrientes críticas son descalificadas con el argumento de que corresponderían a épocas pretéritas ya superadas por el devenir histórico. Esta manera de ver es también predominante en América Latina, en donde a veces se expresa en la pretensión de saberlo todo sobre Foucault, Derrida, Baudrillard o Friedman, mientras que se ignora todo respecto de Bilbao, Rodó, Ugarte, Vasconcelos, Mariategui o Zea.